Si preguntas a Sofía por qué le apasiona trabajar con fieltro te dirá que no se puede quedar con una única razón ya que es un producto que, sin parecerlo, engloba demasiadas sensaciones. Para empezar es un producto artesano que refleja parte de la personalidad de cada persona.
Cada pieza que se elabora contiene un pedacito de las personas involucradas. Es imposible elaborar dos piezas iguales ya que entran en juego demasiados factores: la acidez del agua, la temperatura ambiente, el oxígeno, el tipo de lana, la temperatura del agua al ser trabajada, etc. Se pueden crear piezas parecidas, pero jamás habrá ninguna igual.
Tiene un efecto embriagador en la ejecución. Hay que pensar en la forma que tendrá la pieza, pero también en los colores, la forma que le darás y cómo se hará. Es arte vivo. Se crea una pieza con utilidad.
Es una material que exige diferentes ritmos, que además relaja y es un poco medicina: A la hora de tratarla, pide concentración. El hecho de trabajar la lana transmite paz. Es un producto muy agradecido y además genera una economía circular, por lo que sé que, entre otras muchas cosas, estoy ayudando en la sostenibilidad con mi arte.